viernes, 17 de abril de 2015

MIS PRIMEROS PASOS




            Aunque aún no había escrito en el blog, ya me conocéis por los escritos en el Boletín de noticias de Ocasha.
            Llegué a República Dominicana el día 27 de febrero coincidiendo con la Fiesta de Independencia y están siendo “mis primeros pasos”. Saludos a todos.
            Los días van pasando y ha resultado difícil sentarme a escribir. El domingo día 12 de abril por fin me instalé en mi casa de Vallejuelo, Diócesis de San Juan de la Maguana.
            Hasta ahora he disfrutado y me he sentido y sigo sintiéndome acogida y acompañada por mis compañeros de Ocasha – República Dominicana que ahora forman mi nueva familia.

            Empiezo por Tomé y su esposa Grecia e hijos cuya casa es como nuestra embajada en la Diócesis de San Juan de la Maguana y punto de encuentro y de compartir experiencias. También son enlace con el obispado y Monseñor José Grullón. Pero sobre todo diré que esta familia al completo,  para mí es un pequeño oasis siempre abierto en el desierto.

            Hasta Lola en Comendador, es decir, Elías Piña como es más conocido,  que sigue visitando a los enfermos y colaborando en la parroquia. a pesar de sus problemas físicos con su “pisito” en Santo Domingo, por donde hemos pasado todos por obligación, vocación y excelente situación. María me acompañó a presentar la documentación en inmigración y la embajada española y aprovechamos para hacer un poco de turismo por la capital.

          
  La visita al internado de Aventura
 con Roger y María realmente fue  impresionante.
 Los muchachos y muchachas 
que asisten de lunes a viernes con
sus alegrías, inquietudes y situaciones 
complejas compartieron conmigo estos días. . 



La película que vimos juntos sobre Teresa de Calcuta volvió a confirmarme en esta misión para la que he sido llamada. Teresa siente que el Señor la llama a algo más, a salir de la escuela, del convento en que vive, porque ve las necesidades que existen en las calles. Me veía reflejada y sintiendo que ahora mi lugar en el mundo es este.
             La loma de Sabaneta con sus habitantes viviendo en condiciones muy duras. Las cocinas (estufas) de leña en un rincón de la casa con el puchero hirviendo y humo; al lado, la otra edificación dividida en dos estancias, una para estar y comer y la otra el dormitorio para toda la unidad familiar. Más tarde descubrí que en los campos se vive así generalmente.  Y en Sabaneta el fin de semana con el bullicio de las pequeñas vecinas que aparecen por la casa.


            
 









  Los días compartidos con Pedro Cano en Jimani a pesar de la gran distancia y el trabajo en el Servicio jesuita al refugiado con el papeleo de las solicitudes de regularización. Pudimos disfrutar de las fiestas en la Parroquia de San José. La preciosa peque de 3 años sordomuda... sin posibilidad de un diagnóstico sólo por haber nacido en “esta orilla del mundo”.

            Tampoco ha faltado la visita a Las Matas de Farfán. Allí, gracias a Ignacio y Sara y su peque Jesús, que ya corretea, pude descubrir muchas facetas del funcionamiento de un centro educativo dominicano con ayuda de Flor. La visita a las Hermanas de San Vicente de Paul atendiendo un hogar infantil con escasas ayudas, en  una zona marginal…

            Una bonita experiencia el poder compartir unos días con estos compañeros misioneros que ya son más que amigos. Que, en su día y desde Ocasha, partieron hacia tierras lejanas para llevar el evangelio y compartir sus vidas con quienes más lo necesitan en los diferentes proyectos en que se encuentran.
            Aunque ha sido un poco de locura ir con la mochila de aquí para allí, he de agradecer este tiempo disponible y sobre todo, desde aquí dar las gracias a “esta mi nueva familia” que, en medio de sus tareas,  me han llevado y traído, atendido y ayudado a mirar y  a descubrir con nuevos ojos  esta realidad, conociendo un poco a las personas con quienes colaboran y con ellos al pueblo dominicano, con sus luchas, formas de ser, cultura, tradiciones…
             Llevo en la maleta y en el corazón ya muchos nombres, muchos rostros de niños, jóvenes y adultos dominicanos…
            Todo lo que he podido descubrir en este mes y medio lo podría resumir en una frase que recoge el lema de este año en la Diócesis de San Juan de la Maguana en la que me encuentro: “Amor y solidaridad, camino de santidad”.
            He de confesar que al principio me daba reparo sacar la cámara de fotos por miedo a  robar un poco de la intimidad de este pueblo. Les he preguntado y he descubierto que a niños y mayores les gusta salir en las fotos. Enseguida los niños se arremolinan en torno a la cámara.
            En Vallejuelo he compartido unos cuantos días con Julia y su mamá Dª María que este próximo 12 de octubre celebrarán los 60 años de su llegada desde España. Con sus gatos, perro, burro y vacas, la Sra. Julia me ha atendido y acogido como a su hija.
            En cuanto a mis tareas aquí sólo puedo deciros que he comenzado a ir al Colegio San Andrés aunque aún no tengo asignadas responsabilidades. En la Parroquia hemos tenido la primera reunión tras la Semana Santa.
           
El motivo de este retraso se debe a que el Padre Franquelo, que fue quien pidió la presencia de algún misionero/a de Ocasha en Vallejuelo, ha sido trasladado de parroquia.
            Nadie podía contar con este cambio aunque no es la primera vez que ocurre algo similar. Lo cierto es que cuando empezaba a familiarizarme con él, se marchó y me encontré un “poco huérfana”. He podido experimentar que es la voluntad de Dios la que prevalece y sigo dejándome en sus brazos con disponibilidad. 
            El Padre Moisés ha llegado nuevo y poco a poco se está poniendo al día.
           
 Durante este tiempo he pensado mucho en España, en mi familia, mis amigos, mis comunidades parroquiales, colegio... me dicen que allí hago falta… En ocasiones me pregunto qué hago aquí. Es difícil “estar y acompañar” solamente con todo “lo que hay por hacer”.
            Una Semana Santa muy significativa en la que he vivido el amor de Dios en la entrega de su Hijo, que me enseña a estar al servicio de los que más lo necesitan y ahora mismo sintiendo la paz que nos da Cristo Resucitado. Que Él nos acompañe.
           
            Charo Corcuera García – Vallejuelo – República Dominicana.